Teletrabajo: la nueva divisoria de aguas

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trabajador remoto La laptop, símbolo del trabajo remoto

El gran experimento

La situación excepcional que estamos viviendo con la pandemia del COVID-19 está produciendo cambios muy profundos en las formas de trabajar. El teletrabajo, también llamado work from home, que hasta antes de este evento era una rareza excepcional, está siendo adoptado en forma masiva y rápida por las empresas, las instituciones educativas y (bastante más lentamente) por el sector público y el gobierno.

Por supuesto, hay muchos trabajos manuales que no son susceptibles de realizar a distancia. Pero para los que sí lo son (la mayoría de los actuales trabajos de oficina), este año 2020 se está transformando en la gran prueba de fuego sobre la factibilidad del work from home.

La gran división: los Expuestos y los Protegidos

Los conceptos de esta sección están basados en parte en un artículo que fue publicado por el New York Times. Voy a resumir lo que dice ese artículo, y luego extrapolaré consecuencias y agregaré conceptos adicionales, que son míos.

La nueva gran división socioeconómica (en un futuro inmediato) será entre los Expuestos y los Protegidos.

Los Protegidos serán los trabajadores remotos. Un reciente estudio hecho por la Universidad de Chicago determinó que el 37% de los trabajos en EE.UU. puede ser realizado en forma remota, desde la casa.

Los Remotos son, desproporcionadamente, trabajadores del conocimiento. En su mayoría con buena educación. Generalmente bien pagos. Sus redes profesionales, y generalmente muchas de sus redes personales, son con otros trabajadores remotos, también.

Los Expuestos, en cambio, son los otros dos tercios de trabajadores. Esta categoría incluye a la mayoría: dueños de un negocio, mozos, conductores de taxi, operarios de fábricas, niñeras, azafatas, repositores de supermercado, etc. Todos aquellos para quienes la presencia física es un requisito ineludible del trabajo. Estas personas típicamente tienen un menor nivel de educación, y ganan menos.

Para los Remotos, la cuarentena de los últimos meses está siendo estresante, un inconveniente. Para los Expuestos, ha sido catastrófica. Muchos de sus trabajos están desapareciendo. Es una película de terror.

La brecha digital ya no es algo trivial

Por lo dicho más arriba, el acceso a la tecnología necesaria para teletrabajar (concretamente, una laptop y una conexión de Internet estable y de alta velocidad) ya no es un tema anecdótico. Pasó de ser una cuestión de confort a ser algo que determina fuertemente la posibilidad de pertenecer o no al selecto club de los Remotos. De acceder a los mejores trabajos.

Otro prerrequisito es que ya se haya producido la alfabetización digital del trabajador. Para mucha gente, lamentablemente, puede ser tarde. El cambio vino muy rápido, y será cruel. Muchas personas se quedarán (o ya se quedaron) afuera. Algunos por no tener acceso a una conexión de Internet de calidad. Otros, por no haberse capacitado cuando todavía había tiempo para hacerlo (la era pre-Covid). Otros no tienen la mentalidad necesaria, pese a tener los medios económicos. Un caso típico se da con muchos profesores y maestros que, pese a tener una buena preparación académica tradicional, hacen agua estrepitosamente al momento de tener que dar clases virtuales a sus alumnos. Esto es muy evidente, y genera todo tipo de burlas y memes por parte de esos alumnos. En algunos casos también, implicará la pérdida del trabajo de esos profesores, por no saber adaptarse.

meme Los alumnos se burlan con memes de algunos profesores

Mucha gente no vio la necesidad de ocuparse de su propia capacitación. Estas cosas no se aprenden en ámbitos académicos tradicionales. La mayoría de las habilidades del trabajo digital implican un auto-aprendizaje, mediante un proceso de prueba y error. Hay que estar constantemente experimentando y probando. Ningún libro, ningún pizarrón nos va a enseñar este tipo de cosas. El aula del siglo XIX (las instituciones educativas tradicionales) no nos va a poder preparar para el puesto de trabajo del siglo XXI.

El auto aprendizaje constante y el tomar cursos on-line cortos, enfocados a la práctica, parecen ser las únicas opciones realistas. También ayuda, y mucho, estar en contacto con amigos o colegas profesionales que estén aprendiendo las mismas herramientas digitales que nosotros. En situaciones de aprendizaje, siempre es más fácil mantenerse motivado si tenemos con quién hablar de las cosas nuevas que estamos aprendiendo. Por eso es adecuado mantenerse en contacto e interactuar (en forma presencial o virtual) con compañeros que estén interesados en aprender lo mismo que nosotros. Pero no es necesario hacerlo en ámbitos de un aula formal. De hecho este tipo de habilidades no suele aprenderse en las aulas tradicionales. Las instituciones académicas tradicionales están demasiado atrás en estas diciplinas, y su estructura es demasiado rígida. No pueden responder con la velocidad adecuada al cambio constante de tecnologías y metodologías de trabajo. Este cambio se produce cada vez más rápido: solía ser que cada 5 años cambiaba todo, ahora es cada 2,5 años cambia todo y la tendencia será que los cambios serán cada vez más repentinos. El aula tradicional no está preparada para esto: sus ciclos son mucho más largos, de años. Y lleva demasiado tiempo armar las clases, que los profesores se adecúen a las nuevas tecnologías, etc. Para cuando están listos para enseñarlas (si lo estuviesen alguna vez) la tecnología ya cambió de nuevo. Es demasiado dinámica.

Algunos ejemplos sobre cosas que hay que aprender:

Finalmente, no todo es una cuestión de las herramientas tecnológicas: también hay hábitos culturales y de comportamiento que es necesario adquirir para poder teletrabajar en forma efectiva. En la nueva modalidad se trabaja prácticamente sin supervisión directa. Es más bien una supervisión laxa, de trabajo por objetivos. Similar a ejecutar proyectos. Por lo tanto se vuelve esencial saber administrar el propio tiempo y poder adquirir hábitos productivos, la autodisciplina. Poder concentrarse, focalizarse y resistir las distracciones. Que en un ámbito hogareño son mucho mayores que en una oficina tradicional.

Conclusiones

Se viene una época muy dura donde quizás se produzca de facto una división de clases socioculturales aún más pronunciada que la que ya teníamos antes. Esta división será global y se producirá en todos los países, independientemente de su riqueza nacional y su PBI per cápita.

Será entre los incluídos en la economía digital y del conocimiento (los Remotos) y los que continuarán efectuando sus trabajos manuales y presenciales en el mundo físico (los Expuestos). Estos últimos, además, estarán expuestos a la angustiante situación de trabajar en sectores cuya demanda laboral puede ir disminuyendo, debido al cierre de muchos negocios basados en la interacción persona a persona y a su reemplazo por negocios y marketplaces on-line. Además, estarán más expuestos a los riesgos de salud, como los del virus actual.

Todo esto llevará, probablemente, a replantear con mucha seriedad y urgencia el debate sobre la renta básica universal (RBU) en todos los países, como un esquema de contención social mientras se busca cómo incluír a la gran cantidad de gente que va a tener dificultad para insertarse en el mercado laboral y cubrir sus costos de subsistencia más elemental. No puedo desarrollar acá, por falta de espacio, esta cuestión de la RBU, pero probablemente sí lo haré en un próximo artículo.

Será necesario poner un acento mucho más fuerte, rápido y efectivo en el auto-aprendizaje y práctica de las herramientas digitales para teletrabajar, ya que esta será, en el corto plazo, la nueva normalidad para los trabajos de manipulación de símbolos y datos. La mayoría de los actuales trabajos de oficina se convertirán en work from home en pocos años. Los ámbitos académicos tradicionales no podrán prepararnos para utilizar estas herramientas. Dependerá de cada trabajador auto-capacitarse y buscar grupos de interés que estén en el mismo proceso de reconvertir sus habilidades.


(C) 3 de Junio de 2020, Alejandro Moliné.

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