Blog de tecnología de Ale Moliné

Hay que saber desconectarse para potenciar nuestra creatividad

"La paz viene del interior. No la busques fuera." - Buda

Este artículo va a ser muy breve comparado con los otros.

Hace poco pasé un fin de semana junto a mi novia, en un maravilloso lugar en las Sierras de Córdoba. Este lugar era muy tranquilo, un pueblo rústico con alrededor de 1000 habitantes. La gente vivía ahí en forma tranquila y en contacto con la naturaleza. El ritmo de vida era más lento y natural. Los ciclos del día y la noche, el calor diurno y el gran frío nocturno, así como la poca iluminación del lugar, hacían que la alternativa más lógica fuese seguir los ciclos circadianos.

El cuerpo se ajusta así en forma natural. El descanso es más reparador, la mente se despeja y la visión de la naturaleza en todo su esplendor (plantas, animales, arroyos) predispone al optimismo y la paz mental. Al mismo tiempo, los lugares donde entramos en contacto con gente de profesiones e ideas muy diferentes las nuestras hacen que salgamos de la zona de confort, de la rutina diaria, la monotonía, lo predecible.

Estos días que pasé desconectado y en un ambiente más silencioso, fueron buenos desde el punto de vista creativo. Eso me lleva a reflexionar, cuánta de nuestra energía creativa, y cuánta de nuestra atención mental se malgastan con los estímulos e interrupciones con los que somos permanentemente bombardeados en las ciudades grandes. También está el tema de los ruidos: las ciudades grandes son más ruidosas por el tránsito y porque la gente vive más acelerada, habla más rápido, se pone más agresiva, etc.

Todo eso atenta contra la creatividad. Para tener ideas nuevas o para poder producir algo nuevo desde el punto de vista intelectual (por ejemplo: escribir artículos o libros, programar, desarrollar un sitio web, elaborar teorías nuevas etc.) hace falta, aunque sea por momentos, desconectarse del resto del mundo. En el caso del viaje que describí antes, tal desconexión fue facilitada, justamente, por la mala señal de Internet del lugar y porque era mucho más interesante mirar la naturaleza alrededor y relajarse. Lamentablemente no podemos vivir viajando o retirándonos siempre a lugares así, pero quienes habitamos ciudades grandes tenemos otros recursos que podemos utilizar para nuestros momentos creativos.

El consejo para quienes están intentando ser más productivos escribiendo, programando o haciendo cualquier otra actividad que requiera concentración e imaginación es simple: apagar el celular o ponerlo en modo de avión mientras se hace esa actividad. También hay que cerrar el Facebook y cualquier otra red social mientras se realiza nuestra labor creativa. Y evitar chequear el e-mail. Ya que las constantes notificaciones, si dejamos prendido el celular, nos harán más difícil concentrarnos y encontrar la tranquilidad necesaria para generar cosas nuevas.

Podemos hacer esto, por ejemplo, en intervalos de 3hs, para incrementar nuestra productividad. Realizar nuestro trabajo intelectual durante esas tres horas, sin ningún estímulo exterior que nos interrumpa. Y luego, reconectarnos con el mundo por media hora, tomarnos un descanso, volver a conectarnos (ver si ocurrió algo que realmente requiera nuestra atención). Para volver a desconectarnos por otras tres horas al continuar con nuestra tarea.

En efecto, como bien han señalado en su momento Facundo Manes y otros neurólogos, para ser creativo hay que estar relajado. Los momentos eureka no ocurren mientras estamos haciendo multitasking, estresados. Y además, para poder elaborar pensamientos complejos como los que requieren crear algo nuevo, hay que evitar la interrupción permanente de los estímulos externos:

“La atención es un proceso cognitivo clave para llevar a cabo día a día nuestras acciones y también para el ejercicio de funciones mentales superiores como, por ejemplo, la memoria… La atención es un recurso con capacidades limitadas. Cuando estamos frente a dos fuentes de información complejas, la eficiencia de una decae frente a la otra. En un contexto como el actual, en donde vivimos en un constante bombardeo de estímulos (mensajes electrónicos, chats, noticias instantáneas, llamadas de teléfonos, redes sociales), la preocupación por la atención se ha vuelto exacerbada”. (Facundo Manes)

Por cada distracción, por cada interrupción, nuestra mente puede tardar hasta 15 minutos en volver a focalizarse. Es fácil ver cómo unas seis o siete interrupciones en el medio de nuestro proceso creativo, entonces, podrían literalmente arruinarnos el día (en términos de productividad intelectual).


(C) 29 de Mayo de 2018, Alejandro Moliné.

Sus comentarios o feedback son bienvenidos: contacto@alemoline.com

Página de inicio del blog